Existen muchos sexos: el cromosómico o genético, el genital, el psicológico o social. Porque todos estos “son” y configuran parcelas diferentes de nuestra sexualidad; determinan respectivamente nuestra constitución física, la forma en que un niño/a es criado/a, la percepción que cada persona tiene de su identidad como hombre o mujer, los roles sociales.
Cada uno de esos “sexos” es necesario, pero no suficiente, y solo su expresión conjunta armónica y progresiva proporciona una sexualidad completa.
La sexualidad representa una parte esencial dentro de las relaciones y muchas veces una área difícil de abordar aunque muy significativa de lo que está ocurriendo dentro de la relación.
Hablar de sexo, por lo tanto, no es hablar de género o forma sino de personas que desean tener una vida sexual plena.
El origen de los problemas sexuales puede ser orgánico o tener un carácter más psicológico, pero cuando hablamos de lo segundo (origen psicológico), es importante llevar a cabo una intervención integral.
Sabemos que a lo largo de la vida van ocurriendo periodos vitales diferentes en los que el deseo y la atracción sexual van cambiando y no siempre puede coincidir con el de la otra persona.
Poder disfrutar realmente de la sexualidad es relacionarnos con ella desde el disfrute y el placer que va asociado, pero también desde permitirnos resolver las dificultades que puedan ocurrir. A veces esas dificultades aparecen de forma temprana, otras se van formando poco a poco y también puede ocurrir que de forma repentina haya un cambio en la conducta sexual.
Hacer terapia sexual ayuda a que esas dificultades, que generan tanto malestar a nivel individual y relacional, se conviertan en aspectos temporales de la relación que pueden resolverse de un modo satisfactorio. Los trastornos sexuales son muy frecuentes en una vida sexual activa y aunque antes representaban un tabú, esa idea ha cambiado en busca de una satisfacción plena tanto de forma individual como en pareja.
Las demandas por las más nos consultan en nuestro centro son: disfunción eréctil, vaginismo, eyaculación retardada o precoz, insatisfacción, bajo deseo, y dificultad para practicar sexo anal. Es decir, todas aquellas dificultades que pueden ocurrir en las fases del ciclo psicosexual (deseo- excitación-orgasmo-resolución).